lunes, 17 de septiembre de 2012

El yin y yang de la pared

El yin y yang son dos conceptos del taoísmo, que exponen la dualidad de todo lo existente en el universo. Describe las dos fuerzas fundamentales opuestas y complementarias, que se encuentran en todas las cosas. El yin es el principio femenino, la tierra, la oscuridad, la pasividad y la absorción. El yang es el principio masculino, el cielo, la luz, la actividad y la penetración.


Según esta idea, cada ser, objeto o pensamiento posee un complemento del que depende para su existencia y que a su vez existe dentro de él mismo. De esto se deduce que nada existe en estado puro ni tampoco en absoluta quietud, sino en una continua transformación. Además, cualquier idea puede ser vista como su contraria si se la mira desde otro punto de vista.


Principios

El yin y el yang son opuestos. Todo tiene su opuesto, aunque éste no es absoluto sino relativo, ya que nada es completamente yin ni completamente yang. Por ejemplo, el invierno se opone al verano, aunque en un día de verano puede hacer frío y viceversa.

El yin y el yang son interdependientes. No pueden existir el uno sin el otro. Por ejemplo, el día no puede existir sin la noche.

El yin y el yang pueden subdividirse a su vez en yin y yang. Todo aspecto yin o yang puede subdividirse a su vez en yin y yang indefinidamente. Por ejemplo, un objeto puede estar caliente o frío, pero a su vez lo caliente puede estar ardiente o templado y lo frío, fresco o helado.

El yin y el yang se consumen y generan mutuamente. El yin y el yang forman un equilibrio dinámico: cuando uno aumenta, el otro disminuye. El desequilibrio no es sino algo circunstancial, ya que cuando uno crece en exceso fuerza al otro a concentrarse, lo que a la larga provoca una nueva transformación. Por ejemplo, el exceso de vapor en las nubes (yin) provoca la lluvia (yang).

El yin y el yang pueden transformarse en sus opuestos. La noche se transforma en día, lo cálido en frío, la vida en muerte. Sin embargo, esta transformación es relativa también. Por ejemplo, la noche se transforma en día, pero a su vez coexisten en lados opuestos de la tierra.

En el yin hay yang y en el yang hay yin. Siempre hay un resto de cada uno de ellos en el otro, lo que conlleva que el absoluto se transforme en su contrario. Por ejemplo, una semilla enterrada soporta el invierno y renace en primavera.


Como podréis imaginar yo no soy una experta del yin y yang, estas definiciones han sido sacadas de la Wikipedia y probablemente, si seguimos ahondando en la materia, encontraremos mucha información sobre ello. No se puede resumir toda una filosofía en unas cuantas líneas, así pues… yo os lo dejo a cada uno, que cada cual profundice tanto como quiera.

Por otro lado, yo os dejo mi punto de vista personal, mi propio yin y yang, el que yo he buscado para que me dé ese equilibrio… el que yo he pintado en la pared para que me ayude a reflexionar cada vez que lo mire… aquél en el que dentro de ese equilibrio se pueda contemplar el caos, precisamente esa connotación que nos muestra que el uno no puede existir sin el otro… un yin y yang de colores suaves que relajan y curvas sinuosas que excitan… un todo, una parte en el todo, el todo de una parte… el mío.

¿No os parece que podríamos encontrar cualquiera de los principios del yin y yang en nosotros? Con sus diferentes interpretaciones, con cada visión particular, yo me atrevería a decir:
-          Opuestos: mi pareja.
-          Interdependientes: mi madre y mi padre.
-          Se subdividen: mis hijos.
-          Se consumen y generan mutuamente: mi cuerpo y mi mente.
-          Se transforman en su opuesto: dependiendo del momento, a veces la alegría se torna en tristeza, el pesimismo en optimismo, la fragilidad en dureza, la valentía en miedo.
-          En el yin hay yang y viceversa: como mujer que soy, creo que a veces aflora en mí esa parte masculina.

Y el tuyo… ¿cuál es?

Así creció el mío, hasta ser el que hoy es… lo que no quiere decir que sea así eternamente, porque igual que yo, evoluciona, cambia, se modifica, se crea de nuevo, renace… no es inerte, tiene vida… tanta como le quiera dar... pero hoy, está tranquilo.