jueves, 19 de diciembre de 2013

El último adiós


Me siento perdida, no encuentro la forma de empezar esta entrada, no sé cuántas veces la he reescrito, una y otra vez, vuelta a empezar… me cuesta poner en orden mis pensamientos y mis sentimientos, estos días están siendo complejos y estoy confundida.

Vivimos en una época de contradicciones, de reencuentros, de ilusiones, pero también de tristeza, de añoranzas… la Navidad tiene una magia especial que no te deja impasible, aunque quieras pasar de lejos, es difícil porque al final te atrapa… y aquí estoy, intentando dejar por escrito, una vez más, cómo me siento mientras escucho un álbum de canciones navideñas de Diana Krall.

Hoy es 18 de diciembre de 2013, pero vayamos atrás… retrocedamos unos días.

Miércoles 11 de diciembre de 2013, un día más como otro cualquiera, un día normal, no hay nada de especial. Un día más en la vida de muchas personas, incluso en la mía, un miércoles cualquiera con la rutina habitual. Quizás para otras personas fuera especial, un cumpleaños o aniversario, un encuentro con algún amigo o ser querido, un viaje, una sorpresa… hay tantas personas en el mundo como posibilidades y desde luego, un miércoles cualquiera, 11 de diciembre de 2013, puede ser muchas cosas.

Pero qué caprichoso puede ser el destino, porque este no fue un miércoles cualquiera, fue 11 del 12 del 13. ¿Qué tiene de especial? ¿aún no lo veis?

11/12/13

Curiosa secuencia, única y definitiva secuencia, ya no habrá más combinaciones en los años sucesivos, ya no habrá más. Ha habido tantas conjeturas alrededor de esta fecha que ha sido imposible dejarlas pasar y cuanto menos escucharlas… una vertiente pensaba que era una fecha mágica, que aquellos que la vivieran serían agraciados y seguro que habrá personas para las cuales así fue… otros pronosticaban que se acabaría el mundo, ¡menuda tontería! lo hemos oído tantas veces que es evidente que es absurdo ¿o a caso no seguimos aquí? Una fecha llena de misticismo y superstición, una fecha como otra cualquiera… excepto para él.

Y es que él no sabía que ese miércoles 11 de diciembre, tan rutinario como otro cualquier miércoles, en el que probablemente hizo lo mismo que el miércoles anterior o incluso el día de antes, sería especial… no, él no lo sabía. Si lo hubiera sabido quizás hubiera hecho algo distinto, quizás hubiera contando eso que a veces le perturbaba, quizás se hubiera quitado esa espinita, quizás hubiera hecho esa llamada a esa persona, quizás hubiera ido a darle un beso a su madre o un abrazo a su padre, quizás hubiera echado unas risas con sus hermanos, quizás hubiera susurrado tantas veces “te quiero” a su pareja que habría perdido el aliento. Pero no, él no lo sabía. Su día fue un día normal, un día más y sin embargo, para él sí fue “el último día”.

Así es la vida, implacable en algunos momentos, no te da opción, no te deja alternativas, de repente te sorprende un día y ya no puedes hacer nada… sólo hay vacío, no hay nada, todo se acaba. Si has disfrutado el tiempo que se te ha otorgado has sido afortunado, si no lo has hecho… lástima porque ya no tienes opción y en verdad que es así. Quiero pensar que él lo hizo, que aprovechó y disfrutó al máximo todo lo que pudo… que fue feliz, al menos todo lo que se propuso, en su pequeño mundo él tenía todo lo que quería, estaba satisfecho, amaba y era querido… me consta que así era. Un chico muy suyo, callado, respetuoso, al que le gustaba ayudar, quizás tímido pero con un fondo enorme, tan grande como lo era él físicamente, lleno de cosas bellas, detalles… ¡ay pequeño gran hombre! ¡cuántas cosas maravillosas escondías!

Te has ido en silencio, sin armar jaleo, respetando el sueño de los demás hasta el último día. Te has ido sin avisar, intentando que no hubiera un dolor prolongado entre las personas que dejabas. Te has ido dejando tu “particular legado”. La gente te quería, cientos de personas fueron a darte el último adiós, te acompañaron en tus últimas horas antes de que te fueras definitivamente. Fuiste incluso escoltado, como la persona importante que eras, de una forma bella y sincera, silenciosa pero con una gran grandeza. Y yo misma compartí contigo un último instante, curiosa casualidad precisamente durante nuestros viajes que fuera “la chispa de la vida” con tu nombre que cayera en mis manos… ¿qué me querías decir? Hay que seguir adelante, nos has puesto en la salida y ahora hay que llegar a la meta. Lo sé, cuando la vida te golpea, hay que volver a levantarse porque aún hay mucho por hacer. ¡Qué contradicción! precisamente para nosotros, esa fecha es un comienzo, ahora hay que continuar en el camino. Dejas un gran vacío y mucho dolor, pero también dejas mucho amor y has hecho que se produzcan reencuentros. Has hecho grandes cosas y las sigues haciendo… ¿te das cuenta? Siempre estarás aquí.



Ya lo ves, pero además te vas precisamente en Navidad, una época llena de ilusión y magia, una época llena de risas y alegrías para los niños. ¡Cuántas navidades pasamos juntos! ¿recuerdas? Y es que al menos, tuve la ocasión de compartir contigo una de las épocas más maravillosas en la vida de una persona. Una época llena de ingenuidad e inocencia, la época más bonita y libre de obstáculos, la época más feliz, esa época que es la niñez. Así emprendes este viaje para convertirte en una de esas estrellas que con tanta intensidad brillan, para que siempre tengamos un lugar al que mirar o quizás seas ese ángel que vela por las personas a las que quieres, por las personas que te quieren… ¿has oído esta canción?




¡Qué injusto es todo esto! Alguien me decía que esto es simplemente “el azar”, no hay justicia divina, no hay justicia social, es simplemente esto… pero qué quieres que te diga, ¡estoy harta del azar! Porque el mazo cae indiscriminadamente y hace daño a quien no se lo merece, no puedo más que enfadarme con el destino, no hay consuelo para las personas que te rodeaban, no hay palabras de aliento para nadie, sólo hay rabia. Pero yo tengo que pedirte perdón porque a mí personalmente me has dado una lección, me has dado qué pensar, no sabemos cuándo nos puede llegar ese 11/12/13 particular, no sabemos lo que habrá mañana… no hay futuro porque precisamente el futuro es el presente y como seguro que lo conoces, hagamos que nuestra bandera sea “carpe diem”. Y gritemos, lloremos como lo hizo el cielo el día que te fuiste, porque el jueves las nubes se abrazaron por ti y de tan fuerte que lo hicieron dejaron caer sus lágrimas de manera silenciosa durante esa noche en la que el tiempo se eternizó. Pero aprendamos a perdonar, aprovechemos el tiempo con las personas que queremos, digamos más “te quiero”, porque después del fin de semana duro e intenso, lleno de desasosiego y desaliento, volvió a salir el sol para despedirte. Y así te recibía la mañana del domingo, con sus brazos abiertos tras un cielo azul intenso bañado por ese sol que intentaba darnos calor en esa mañana fría, intentando recordarnos que así tú lo querrías, porque es así Rubén… siempre sale el sol.



Me tengo que despedir una vez más… ahora definitivamente. Aunque siempre estarás presente porque curiosamente hoy, unos días después, puedo decir algunas cosas más sobre ti, ahora sé cuál era tu película favorita, incluso sé qué tipo de música escuchabas, ahora conozco algunas cosas que te gustaba hacer y sé que alguna más sabré, pero aún así… sigue siendo tarde, ya es demasiado tarde. Gracias primo por lo que me has enseñado, gracias primo por lo que hemos vivido.



Y te dejo aquí mi primer y último adiós, el que salió desde lo más sincero de mis sentimientos, el adiós que fue arrancado desde el más profundo dolor y desde el más inmenso cariño. Mi carta de despedida.


He intentado escribirte unas palabras, pero tristemente, me he dado cuenta que apenas te conozco.
No sé cuál es tu color favorito o tu libro preferido… no sé qué música escuchas, pero seguro que no eres muy bailarín… no sé qué película te ha hecho reír y cuál te ha hecho llorar… ni siquiera conozco tus aficiones o si te gusta viajar… y ahora, sin embargo, acabas de iniciar un viaje sin retorno que ya nunca me permitirá descubrir estos pequeños detalles… he llegado tarde.
Tan sólo tengo recuerdos, alegres y llenos de ilusión… recuerdos de un niño flacucho, de ojos grandes azules y curiosos, con una sonrisa maravillosa, tímido pero tenaz, porque recuerdo que las trastadas formaban parte de nuestras aventuras constantemente. Recuerdo aquellas historias entre las habitaciones de la casa del pueblo, la dichosa muñeca horrible… recuerdo la piscina en la que peleábamos por un sitio… recuerdo las visitas a los establos para ordeñar las vacas o los paseos con las ovejas… recuerdo cumpleaños y fiestas, recuerdo algunos días de piscina y las meriendas, muchos recuerdos, pequeños recuerdos… y también recuerdo lo afines que éramos… ¿tú te acuerdas? Nos hacíamos llamar clones o gemelos… y la verdad, no entiendo por qué… tú eras más guapo y yo más inteligente… o ¿era al revés? No importa, ahora sólo importa que crecimos una época juntos, una época bonita y maravillosa que creo, nunca olvidaré… gracias por aquél tiempo.
¿Y dónde quedó todo aquello? Hemos crecido y ya no recuerdo cuando fue ese último momento, hemos dejado de compartir y nuestras vidas se han separado… ahora para siempre.
Sé que eres una persona grande, en todos los sentidos… grande de corazón y grande en altura, me atrevería a decir que un gran amigo, un gran novio, un gran hermano y un gran hijo… y para mí también lo has sido, por eso querido primo… que sepas que dejas un gran vacío.
Y discúlpame que te hable en presente, para mí después de todos estos años de no haberte visto, estás ahí, igual que siempre. Esto pasará y volverá a nosotros la vida normal, por eso yo seguiré creyendo que sigues ahí con tu pareja y tu familia, tu trabajo, tus amigos, leyendo un libro o viendo tu película favorita… siempre me acordaré de ti, siempre serás mi clon, aunque me hubiera gustado ser más tu amiga, pero siempre estarás en mi corazón.
Disfruta de tu viaje y ya me lo cuentas un día de estos… no te olvides que siempre estarás entre nosotros… en lo que a mí respecta no olvidaré el regalo que me has dejado al poder compartir contigo, al menos una parte de tu vida.

Siempre te querré
Tu prima Raquel