martes, 30 de diciembre de 2014

Reflexiones en Diciembre

Bienvenido seas Diciembre

Atrás ha quedado el fresco noviembre,
con sus tonos grises y su nostalgia.
Se hace presente hoy con toda su magia,
el blanco, frío y hermoso Diciembre.

Traes en ti la hermosa navidad,
Jesús que nace humilde en un portal,
trayendo esperanza a todo mortal,
Dios se hace carne, se hace humanidad.

Éstas tierras de blanco vestirás.
El día 31 un año más concluirás,
tristezas y angustias tú portarás.

Difícilmente podrá celebrarte,
quien el dolor vive y siente la muerte,
que la pobreza dificulta amarte.

Seamos testigos de caridad,
en un mundo vil, privo de hermandad,
demostremos la solidaridad.

Kavanaruden


He aquí diciembre, a punto de acabarse a un día y estaremos tomando las uvas. Mientras yo me pregunto “¿qué me pasa con este mes?” Siempre en estas fechas mi cabeza es como una olla a punto de estallar, mi estado emocional es como una montaña rusa, un día es la risa, al otro es el llanto, mi carácter fluctúa entre el mal humor y la ternura, presión, tensión, magia, ilusión, dulces y luces… de nuevo empiezo a correr sin dirección y quiero parar, detenerme y abandonar. ¡Ahí está! ¿otro año más u otro año menos? Vuelta a empezar, sigue y sigue, otra vez igual, no habrá cambios, nada nuevo… ayer como hoy, mañana como siempre. Una espiral eterna de la que necesito salir y no sé cómo, no encuentro la salida, me falta esa “estrella guía” que tanto luce en estos días.




Diciembre, época navideña, tiempo de amigos y familiares, momentos de fiestas y eventos miles. En estos días de reencuentros en los que la magia y la ilusión invaden nuestras calles y nuestras casas, hay dos tareas de las que nadie nos puede eximir.

Por un lado, hace su entrada la diversión que debe ser máxima, disfrutar por todo lo alto como si fuese la última vez que lo fuéramos a hacer… quedamos con amigos que hace tiempo no vemos, compartimos momentos diferentes con las personas con las que nos vemos habitualmente rompiendo la rutina por al menos una vez, comidas y cenas de empresa en las que la relación con nuestros compañeros y jefes se hace distendida (se comparte algo más que “una planificación o un presupuesto”), fiestas y salidas donde el vino y la cerveza son actores principales. Así son estos días, uno sí, uno no… ¡tenemos que vivir a tope! Beber y comer como si se fuera a acabar el mundo, para que unos días después, lleguen los esfuerzos extras para arrancar esos kilos de más y desprendernos de la pesadez. Rompemos nuestra rutina, intentamos relajar cuerpo y mente, para luego dar paso a las lamentaciones, pero de momento… olvidemos y disfrutemos, vamos a compartir con todas esas personas nuestros pensamientos, sentimientos, vamos a ponernos al día de todo este tiempo porque luego, de nuevo la normalidad volverá y todo será como antes, volveremos a olvidar, volveremos a ser los de siempre… volverá enero y con él todo el año entero, que será uno más. Pero recuerda, no puedes estar triste, sino alegre, hay que sonreír, reír, gritar y cantar, seamos positivos y nada, nade de llantos… ¿podrás hacerlo? Yo no.




¿Y la otra tarea? Pues es momento de reflexionar, de hacer balance y analizar este año que ha pasado. Ver qué cosas buenas nos han pasado y qué cosas malas hemos superado, deseando que no vuelvan a suceder, para dar paso al nuevo año con esperanza y aires renovados, ya sobrevuela por nuestras cabezas la famosa frase “año nuevo, vida nueva” y hay que acatarla. Es entonces cuando aparecen en nuestras vidas los nuevos objetivos, los nuevos propósitos y un largo etcétera de cosas que luego, casi nunca cumplimos porque lo cierto es que al final ni nos lo tomamos en serio, ni nos comprometemos hasta el final. Así es que toca pensar, toca dedicar unos minutos a ese nuevo futuro que está a la vuelta de la esquina, ¿qué necesitamos? ¿qué cambios haremos? Cosas típicas como apuntarse a un gimnasio o más deporte (quien ya lo haga), nueva dieta más estricta y rigurosa, más tiempo con la familia… o esas otras como ayudar a los necesitados, ser más generoso o intentar controlar mi carácter, ¿os suena? Sin embargo pienso que esto de cómo o con qué afrontar el nuevo año, es una especie de enmascarar lo verdaderamente importante: esa reflexión interna sobre nosotros mismos. Esa reflexión que está en nuestro interior agazapada y que necesita salir, ”¿soy lo que quiero ser? ¿a dónde voy?” O dicho de otro modo “¿quién soy? ¿dónde quiero estar?”… he ahí de nuevo la espiral.

Y esta es mi reflexión: “no consigo reflexionar”. No soy de ponerme metas, ni objetivos. No soy de hacer propósitos de año nuevo, paso de un año a otro como de un lunes a un martes. No creo en los deseos que se queman en Nochevieja, ni en el color rojo (hace mucho que dejé de hacerlo) y en cambio, me gusta la Navidad. Disfruto con ella porque me parece una época entrañable y familiar, llena de ilusión y magia para los niños… aunque seamos los adultos los que lo hacemos posible, les hacemos creer en algo, reír y soñar con que sus deseos se harán realidad, ¿verdad que no hay nada más bonito que hacer que nuestros pequeños sean felices?. Lo sé, todo es un consumismo exagerado. Como también sé que hay personas que dicen odiar la Navidad porque es una época de hipocresía y mentiras. Yo sólo puedo respetar a cada uno con sus pensamientos y sentimientos, cada cual es libre de decidir cómo vivir su vida (en estos días y siempre), pero lo cierto es que el hipócrita lo es todo el año, quién quiere pasar tiempo con determinadas personas lo hace y el que no, simplemente no lo hace… Que cada uno celebre estos días cómo más le apetezca, supongo que todos aquellos que dicen “odio la Navidad”, tendrán su propia realidad y no habrá “ni ilusión, ni magia” entre sus pequeños, ni habrá árbol en casa que aparezca lleno de regalos ese día. Pues olé por ellos pero por favor, sólo pedirles que sean un poquito hipócritas para con los que creen en la Navidad y desean disfrutarla. A mí me gusta la Navidad aunque no siempre consigo estar alegre y feliz, la Navidad también es para recordar a aquellos que se fueron y para llorar si se necesita. En estos días nuestros sentimientos fluyen más libremente y salen a la luz, déjales que vuelen.




Parece que al final sí consigo reflexionar. Estos días no sé qué pensar, todos los años la misma historia por estas fechas, me siento “que no estoy”, me surgen de nuevo las mil dudas, me aburre empezar otro año, más de lo mismo, “ser o no ser”. No llego a adivinar si es fruto de la nostalgia que estos días generan, quizás sea por el cansancio del ajetreo de ir de un lado a otro sin parar o simplemente es miedo. Miedo al reto, miedo al objetivo, miedo a la rutina, miedo al aburrimiento, miedo a no plantearme propósitos, miedo a no cambiar, miedo a ponerme metas y no llegar, miedo a caer, miedo a levantarme y seguir… miedo al balance que me recuerda lo que he conseguido y lo que no, que me recuerda que llegué a los 40 con un análisis que no me gustó y que tras haber pasado un año, no ha cambiado nada en mí, sigo siendo yo y más yo, siempre yo. A punto de cumplir un año más, sigo haciendo lo mismo día a día, por ahora cuerpo y mente siguen el mismo curso, del 40 al 41 y como si tal cosa. Salgo a correr y me falta el aire, las piernas no me van, no puedo seguir a mis compañeras, empiezan las competiciones y me ahogo. Si voy sola, me paro en medio del camino a intentar respirar, cojo aire profundamente y entonces observo la inmensidad del campo, allá a lo lejos la sierra, por el otro lado veo la ciudad y según voy girando campo y más campo, más tierra, más camino sin fin, no hay límite, allí está el infinito… y entonces rompo a llorar. No sé cuánto tiempo transcurre, no quiero seguir corriendo, no quiero volver, quiero quedarme ahí parada con mi mar de lágrimas. En ese momento aparece un gato que como desafiándome se planta en medio del camino, me mira, está inmóvil, le miro y dejo de llorar mientras me pregunto “¿qué quieres? qué piensas?”, nos retamos durante unos minutos hasta que algo en mi interior me dice que debo continuar, me esperan, arranco y entonces el gato sale corriendo dejándome paso. Aún sigo analizando ese instante del que no llego a descifrar el mensaje. O quizás, simplemente, no había mensaje… resultado: “a solas con un gato”.




¿Por qué?”, me pregunto una y otra vez, todo me lo cuestiono, siempre en eterna ebullición, pero no consigo llegar al análisis profundo que me dé la solución y eso me mata. Lo sé, es una cuestión de aceptación, debe ser sencillo aceptar el entorno o la situación, aceptar la realidad que nos rodea, sólo aceptarse. Y ese es mi problema, harta de exigirme y no poder dejar de hacerlo, abandonar el látigo para disfrutar del camino, olvidar los objetivos y dejarme llevar… seguro que así será todo más fácil, ¿o no?. En fin, yo he cumplido con mi primera tarea y ahora me toca enfrentar la segunda, aunque estas palabras me han servido para reflexionar algo, me doy cuenta de que no hay que tener miedo, que el único enemigo que realmente puede hacerme daño soy yo misma, que tengo que disfrutar del momento y del camino, olvidando el objetivo que a veces no es tan importante, porque al final se consiga o no, seguiré siendo yo.

Y ese será mi propósito del año que entra, de este 2015 que embebe mis dos número favoritos, el 5 y el 8. Espero que me dé suerte.


¡Feliz Navidad!
¡Feliz Año Nuevo!

¡Hasta el año que viene!




martes, 7 de octubre de 2014

Mi última creación... desde Madrid.

Hace tiempo que no escribo, hace tiempo que no pinto… hace tiempo que hago poco ¿o quizás haga nada? Hace tiempo que el tiempo pasa y nada cambia.

Últimamente tengo encerrados mis pensamientos, mis sentimientos y esa caja de colores no parece querer abrirse, no hay tiempo… ¿todavía sin tiempo? ¿cuánto más tiempo?

Tiempo al tiempo” que dice el dicho.
Dale lo suyo al tiempo, pero sin perder el tiempo” que nos recuerda algún refrán.
El tiempo es la cosa más valiosa que el hombre puede gastar” como decía Teofrasto.
El tiempo es un gran maestro que arregla muchas cosas” por Pierre Corneille.
No es que tengamos poco tiempo, sino que perdemos mucho”, reconoció Séneca.
No hay daño tan grande como el del tiempo perdido”, por Miguel Ángel Buonarroti.
Pero quizás sea el pensamiento de Albert Einstein cuando decía “yo nunca pienso en el futuro; llega demasiado aprisa” el que, paradójicamente haga pararse a pensar…

Y aquí permanece este edificio que de momento sigue inexorable, frente al tiempo, su esencia la que vigila, su piel la que respira… déjate llevar, piensa, sé tú mismo… date una oportunidad.

Hoy es el primer día del resto de tu vida
(Anónimo)





martes, 28 de enero de 2014

Tiempo sin tiempo




Preciso tiempo necesito ese tiempo
que otros dejan abandonado
porque les sobra o ya no saben
que hacer con él
tiempo
en blanco
en rojo
en verde
hasta en castaño oscuro
no me importa el color
cándido tiempo
que yo no puedo abrir
y cerrar
como una puerta

tiempo para mirar un árbol un farol
para andar por el filo del descanso
para pensar qué bien hoy es invierno
para morir un poco
y nacer enseguida
y para darme cuenta
y para darme cuerda
preciso tiempo el necesario para
chapotear unas horas en la vida
y para investigar por qué estoy triste
y acostumbrarme a mi esqueleto antiguo

tiempo para esconderme
en el canto de un gallo
y para reaparecer
en un relincho
y para estar al día
para estar a la noche
tiempo sin recato y sin reloj

vale decir preciso
o sea necesito
digamos me hace falta
tiempo sin tiempo.